ISLA

Isla llegó a nuestras con un pasado desgarrador: fue rescatada de un torero que la había utilizado para el rejoneo, donde fue expuesta al enfrentamiento directo con toros. Marcada tanto física como emocionalmente, su cuerpo aún lleva las cicatrices de las cornadas que recibió en la arena. En un acto de extrema crueldad, el torero decidió finalmente abandonarla a su suerte, dejándola morir de hambre, además de mandarla a enterrarla viva.

Cuando la rescatamos, Isla estaba al borde de la muerte, débil y con una mirada perdida que revelaba el trauma de años de maltrato. Han sido dos años hasta alcanzar su recuperación, ha recibido cuidado y rehabilitación constante en nuestro refugio, permitiendo que su cuerpo sanara poco a poco. Su pelaje ha recuperado brillo, y lentamente ha comenzado a confiar de nuevo en quienes la rodean. Sin embargo, las cicatrices emocionales persisten: en ciertos momentos, el miedo regresa y no deja que la manipulemos para su mantenimiento regular de vacunas, boca y cascos. 

Aun así, Isla es un símbolo de fortaleza. Su recuperación es un recordatorio de la resiliencia y la capacidad de sanar, incluso después de las experiencias más duras. Gracias al apoyo de personas como tú, Isla ha podido encontrar una segunda oportunidad, una vida donde puede vivir en paz y con dignidad.

Su historia nos impulsa a seguir rescatando y cuidando a otros animales que, como ella, merecen vivir libres de sufrimiento.